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Calentador eléctrico, el error fatal: destroza la factura I Aprender a ahorrar con estos trucos

calentador eléctrico/ passionetecnologica.it

¿Cómo evitar daños con una estufa eléctrica? Parece inofensiva, pero puede resultar letal. 

En toda Europa, pero sobre todo en Gran Bretaña, han llegado las gélidas temperaturas del año. Y España no parece ser una excepción, ya que el frío empieza a «morder» a trabajadores y amas de casa.

¿Qué hacer? Muchos lo remedian utilizando calefactores eléctricos: pequeños, ágiles y potentes, parecen ser siempre la solución perfecta para este tipo de emergencias.

De hecho, muchos, debido al elevado coste de la energía o a la dispersión de los vientos furiosos, prefieren no encender los calefactores o, en general, no depender demasiado de ellos; otros prefieren tener una fuente de calor lo más cerca posible, a su lado.

Sin embargo, los calefactores eléctricos pueden ser artilugios mortales, muy peligrosos. Como cualquier electrodoméstico, entrañan peligros mortales que no deben subestimarse ni considerarse a la ligera. Con la electricidad, sobre todo con aparatos tan potentes, no se juega, hay que actuar con cautela. En particular, el hecho de que sean tan numerosos e impregnen todos los hogares los convierte en uno de los mayores peligros para los ciudadanos en los meses de invierno.

El riesgo oculto tras el uso de estufas eléctricas

Nos referimos, por supuesto, al riesgo de un incendio potencialmente destructivo. Lo primero que hay que tener muy en cuenta es colocar la estufa sobre una superficie plana, sin posibles objetos u obstáculos cerca que puedan incendiarse. También es bueno no utilizarla directamente para secar la ropa.

calentador eléctrico en la alfombra/ passionetecnologica.it

Como tercer punto, es fundamental no dejar la estufa encendida mientras se va a dormir; es mejor apagarla para evitar catástrofes e incendios nocturnos. También se desaconseja encarecidamente el uso de zapatillas. Siempre conviene comprobar si la estufa presenta daños o signos de desgaste. El material potencialmente friable y combustible -el gran sospechoso suele ser el papel- también debe mantenerse alejado, sin que ofrezca un posible «cebo».

Comprar una estufa nueva y llevarla a revisar es también un paso (casi) obligatorio, así que no hay ni que pensárselo. En la medida de lo posible, también es útil registrar el aparato y tener algún tipo de seguro. Por último, es útil tener un detector de humos preparado para sonar en el piso. En general, debería haber uno por cada habitación, pero rara vez es así. En cualquier caso, siempre es bueno estar lo más preparado posible para cualquier eventualidad.