«Cara de bicicleta»: el intento de controlar a las mujeres en sus ansias de libertad

Mujeres en el siglo XIX con sus bicis – Online Bicycle Museum

En el siglo XIX, la bicicleta desempeñó un papel crucial en la emancipación de las mujeres y su búsqueda de independencia y libertad.

Surgieron diversos modelos de bicicletas como los velocípedos de tres ruedas. Sin embargo, con el avance y perfeccionamiento de la bicicleta, estos antiguos modelos desaparecieron rápidamente. Montar en bicicleta en las crecientes y bulliciosas ciudades representaba modernidad y libertad.

En esa época, surgió el activismo femenino en Europa, con mujeres luchando por el derecho al voto y la autonomía personal, sin depender de esposos como figuras paternales. La bicicleta se convirtió en un símbolo crucial de la independencia para las mujeres del siglo XIX, un vehículo que escapaba al control masculino.

En una entrevista en New York World en 1896, Susan B. Anthony, una destacada activista por los derechos de la mujer, afirmó que la bicicleta había hecho más por la emancipación femenina que cualquier otra cosa en el mundo. Ver a una mujer en bicicleta le brindaba una sensación de libertad, seguridad y autonomía, representando una visión liberadora de la feminidad.

Sin embargo, había personas preocupadas por las demandas de las mujeres, su forma de vestir «como hombres» para andar en bicicleta y el supuesto peligro que representaban en las calles. Incluso, en el siglo XIX, surgieron pseudociencias que inventaron una enfermedad llamada «cara de bicicleta» para estigmatizar a las mujeres aficionadas al ciclismo.

Pensaban que las mujeres en bici eran un peligro

En 1896, la revista Cheltenham Chronicle informó, citando al Daily Telegraph, sobre la supuesta enfermedad de «cara de bicicleta». Según un médico londinense, quienes adquirían esta enfermedad presentaban una expresión facial de cansancio y ansiedad crónica debido a la preocupación por aprender a andar en bicicleta y evitar accidentes. Esta supuesta condición afectaba los músculos faciales, dando una expresión de angustia que duraría toda la vida.

En el Reino Unido, muchos médicos contribuyeron a difundir el mito de que el cuerpo de las mujeres no estaba diseñado para andar en bicicleta. Afirmaban que el esfuerzo constante de mantener el equilibrio distorsionaría permanentemente los delicados rasgos faciales femeninos. Algunos médicos más audaces mencionaban infertilidad, tuberculosis y un aumento excesivo del deseo sexual.

Mujeres en el siglo XX con sus bicis – Getty Images

La mujer moderna siguió usando la bici

En su artículo «Los peligros ocultos de pedalear» publicado en el National Review de Londres en 1897, el médico inglés A. Shadwell advertía con exagerada pasión y supuestos casos documentados que las ciclistas enfrentaban riesgos como «disentería crónica», «bocio exoftálmico», apendicitis y diversos trastornos nerviosos.

Afortunadamente, el intento de aterrorizar a las mujeres con la «cara de bicicleta» no tuvo éxito y pocos creyeron en ese pseudo riesgo. A medida que el siglo llegaba a su fin, surgía la figura de la mujer moderna. Esta mujer impulsaba cambios en su vestimenta, liberándose de los incómodos corsés, y se involucraba en temas políticos y sociales. La bicicleta simplemente estaba ahí para llevarla.