¿Dormir puede ser una buena forma de estudiar idiomas? Aquí lo desvelamos
Aprender un nuevo idioma durmiendo: ¿es posible?
Estudiar un idioma nunca es fácil, requiere dedicación, concentración y mucha práctica combinada con la escucha de pasajes y conversaciones que nos ayuden a familiarizarnos con él. Los estudiantes siempre han buscado métodos eficaces para acelerar el proceso de aprendizaje y a veces se ayudan de ejercicios escritos y verbales o prueban a conversar con alguien que ya habla el idioma para ponerse a prueba.
Una creencia muy extendida es que durante el sueño nuestro cerebro está lo suficientemente activo y alerta como para memorizar cosas y órdenes que nos cuesta recordar despiertos. Por eso, a menudo se recomienda ayudarse a uno mismo a la hora de estudiar un idioma o incluso repasar conferencias y material para diversos exámenes poniéndose unos auriculares y quedándose dormido escuchando lo que se quiere aprender. La esperanza subyacente es que nuestro cerebro funciona como una esponja inconsciente.
Hasta ahora, estas teorías nunca se han demostrado. Sin embargo, llega un estudio que empieza a investigar el tema.
El estudio realizado por el neurocientífico de Tel Aviv
El estudio fue realizado por el neurocientífico cognitivo Flavio Schmidig, que pidió a 30 voluntarios cuya lengua materna es el alemán que pasaran una noche en el laboratorio de la Universidad de Berna para controlar su sueño. El objetivo de la investigación era que los sujetos escucharan archivos de audio breves para poner a prueba su memorización. En concreto, se reproducían palabras alemanas muy cortas en un oído y en el otro, palabras igualmente cortas que debían relacionarse con ellas. Estas últimas palabras se referían a una lengua totalmente inventada.
Se trataba entonces de comprobar al día siguiente cuántos de estos individuos serían capaces de correlacionar las palabras nuevas con las palabras alemanas correspondientes, así como escuchándolas por la noche. Schmidig se concentró en el análisis de las ondas cerebrales durante el sueño y por ello centró su experimento en dos fases: una parte del grupo escuchaba los fonemas durante los picos de las ondas, la otra durante los valles.
Los resultados positivos prevalecían cuando se escuchaba durante las fases valle de las ondas cerebrales. Sin embargo, por el momento la tasa máxima de coincidencia es del 41%, un resultado no muy sorprendente, pero sin duda un primer paso en este campo.
Por tanto, ¿se puede aprender durmiendo?
Por el momento, la respuesta sigue siendo negativa, pero sin duda es posible favorecer en parte la memorización de palabras pequeñas. Sin embargo, la investigación continuará.