Cuando hacer demasiado por los demás se convierte en un peligro para uno mismo: las implicaciones menos conocidas

hacer demasiado por los demás
hacer demasiado por los demás/ solofinanza.it

Hacer demasiado por los demás es, sin duda, una cualidad que ennoblece y hace crecer como persona. Sin embargo, también puede tener consecuencias negativas para uno mismo. 

Ser una persona siempre disponible y dispuesta a hacer un esfuerzo adicional por los demás es, sin duda, una cualidad que todos apreciamos. Sin embargo, cuando «decir no» se convierte en una misión imposible y uno está dispuesto a ayudar a la familia, la pareja, los amigos, incluso después de un día agotador, puede haber desventajas para uno mismo.

Sin duda, la generosidad y el altruismo son características maravillosas, pero representan un arma de doble filo. Como en todas las cosas, dar demasiado puede exigir demasiado esfuerzo físico y mental, lo que podría poner a uno en grave peligro.

Ser servicial y ayudar a los necesitados es maravilloso y proporciona una sensación de bienestar, pero un exceso de ayuda puede acarrear fácilmente problemas a la persona que la pone en práctica. A continuación se exponen los principales riesgos de hacer demasiado por los demás.

Prodigarse demasiado por los demás: cuándo se vuelve peligroso

Evidentemente, la servicialidad, el altruismo y la generosidad son cualidades personales muy importantes, y es importante ponerlas en práctica, no sólo para el bien de los demás, sino también para el bienestar de quienes se entregan. Sin embargo, como en todas las cosas, el exceso puede acarrear problemas. Por ejemplo, quienes siempre están dispuestos a hacer todo lo posible por los demás corren mayor peligro de sufrir agotamiento físico, mental o emocional. 

Otro problema al que se enfrentan quienes son demasiado generosos es la decepción, la sensación de frustración si los esfuerzos no se ven reconocidos o si la generosidad no es correspondida como se esperaba.

prodigarse demasiado
prodigarse demasiado/ solofinanza.it

En resumen, aunque tender la mano a los necesitados, ayudar a los demás y ser servicial es una de las cosas más bellas del mundo, es importante no acabar en exceso. Podríamos comparar la generosidad con la sal de mesa. Utilizarla en poca cantidad no da sabor a la comida, pero en cantidades excesivas la hace incomestible. Lo que queremos decir es que, al igual que con la sal de mesa, es esencial tener cuidado con la disponibilidad.